“LA TILMA GUADALUPANA”
La intervención de la Santísima Virgen, Quien se apareciera en el cerro del Tepeyac, en 1531, al indio Juan Diego, logró la conversión masiva más grande de la historia.
La labor evangelizadora que, a cargo de santos misioneros, comenzara en la Nueva España, a partir de 1523, encontró poco eco en los corazones de los nativos acostumbrados a dioses caprichosos y crueles. Sin embargo, la intervención de la Santísima Virgen, Quien se apareciera en el cerro del Tepeyac, en 1531, al indio Juan Diego, logró la conversión masiva más grande de la historia al dejar plasmada, Su imagen, en la humilde tilma de Juan Diego. Dicha tilma, en la cual no se han podido detectar ni pigmentos, ni pinceladas ha sido en las últimas décadas, objeto de escrutinio por parte de varios científicos que han quedado maravillados ante los misteriosos portentos encontrados. Ya que, a pesar de ser de ínfima calidad ésta no muestra el deterioro debido al tiempo y menos aún de, haber sufrido dos graves percances: uno en el que por accidente se derramó ácido sobre ella y el otro cuando, a principios del S. XX, se detonó, de manera intencional, una bomba que aunque ocasionó graves desperfectos a su alrededor no causo daño alguno a la imagen a pesar de haber sido colocada a los pies de ésta, escondida en un ramo de flores.
Asimismo, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (mejor conocida como NASA) tras un exhaustivo análisis de la tilma llegó a la conclusión de que la imagen parece estar viva pues mantiene la temperatura corporal de una persona sana (alrededor de 36,6°C). Además, al colocar un estetoscopio sobre el cinto de la Virgen, los científicos han medido un pulso de 115 latidos/min, el número de frecuencia cardíaca fetal.
Los ojos han sido estudiados por varios científicos quienes han declarado asombrados, que estos presentan características exclusivas de ojos vivos como el fenómeno Púrkinje-Sánsom (efecto que triplica la imagen en la córnea y en las dos caras del cristalino). Además, las pupilas se contraen y cuando la luz se retira, vuelven a dilatarse. Al aumentar, con ayuda de la tecnología, el tamaño de los ojos (2.500 veces) los científicos han identificado las imágenes de 12 individuos en los 2 ojos y en diferentes proporciones.
Si estos descubrimientos son excepcionales, no lo es menos el gran simbolismo que guarda, tras cada detalle y color, la sagrada tilma de la “Siempre Virgen Santa María, madre del Dios verdadero” como se presentase a Juan Diego. Esto es confirmado por la imagen, en la cual la Virgen, colocada de pie frente al sol y con la media luna bajo Sus pies muestra el ocaso de los principales dioses indígenas; el dios del sol (Huitzilopochtli) y de la luna (Tezcatlipoca). El resplandor del Sol que disipa las nubes anuncia a los indígenas la llegada de un Sol Nuevo, el Dios único y verdadero que ilumina la imagen de María al tiempo que parece brillar dentro de Ella, en especial, a la altura del talle cuyo cinto anuncia que la doncella (puesto que sólo las vírgenes traían los cabellos sueltos) está encinta. La flor de cuatro pétalos (símbolo del sol y de plenitud) sobre el vientre de María, representa a Dios que viene a traer la luz en medio de la oscuridad mientras que las estrellas del manto anuncian Su nacimiento, justo en el solsticio de invierno. Además, en el broche que pende de su cuello se encuentra una pequeña cruz negra (el Cristo crucificado anunciado por los misioneros) y al que la Virgen muestra como el Dios Verdadero. El mensaje de amor y esperanza, plasmado en la humilde tilma, apeló, de tal manera a los indígenas, que la mayoría de estos abandonaron sus prácticas idólatras para abrazar, con gran fervor, el cristianismo.
Mientras que los indígenas descubrieron en la tilma guadalupana el códice que les reveló la verdadera fe, los españoles encontraron, en la imagen de la Virgen, una gran similitud entre la Guadalupana del Tepeyac y la Virgen de Guadalupe perteneciente a la región de Extremadura. Un detalle curioso es que, algunos consideran que la Virgen reveló su nombre como; "Coatlallope", que en náhuatl significa, "quien aplasta a la serpiente" y que los españoles, por Su parecido con la Virgen de Guadalupe y la similitud fonética del nombre, interpretaron como Guadalupe. Otra característica notable es que, el color de la piel de la Virgen de Guadalupe varía según la distancia y también sus manos, unidas en oración, presentan distinta tonalidad representando los dos pueblos, el español y el indígena, unidos en la verdadera fe de Cristo.
Hace cientos de años la serpiente que, bajo falsos y siniestros dioses, imperaba en las tierras americanas, fue vencida por la Virgen de Guadalupe Quien, obró la conversión masiva más grande en la historia de la cristiandad (se calcula que 8 millones de indígenas se convirtieron en menos de 10 años). Hoy en día, nuestro país, que se dice mayoritariamente católico y guarda, para la Morenita, un gran cariño y devoción se ha alejado radicalmente de Su regazo maternal para volver a las tinieblas de la idolatría, actualmente; responsable del asesinato de millones de vidas a través del crimen del aborto así como de la pérdida de la vida de gracia de innumerables almas que son presas de la impureza y la impiedad.
Luchemos por restaurar todo en Cristo con la confianza de que la Virgen de Guadalupe, que iluminó el Nuevo Mundo, con la luz de la verdadera fe, volverá, como Reina de México y Emperatriz de las Américas, a dispersar la oscuridad en la cual nos ha sumido este nuevo paganismo. Humildes y contritos postrémonos a los pies de la Virgen y pidámosle que, renueve y fortalezca nuestra fe, con la confianza de que la Virgen nos repite a cada uno de nosotros las palabras que le dirigiera a Juan Diego: “¿Acaso no estoy aquí yo que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?”