“UN NUEVO MUNDO”
Estamos en octubre, mes en el cual conmemoramos la hazaña que cambió radicalmente la faz de la tierra y el rumbo de la historia.
Estamos en octubre, mes en el cual conmemoramos la hazaña que cambió radicalmente la faz de la tierra y el rumbo de la historia; el descubrimiento de América, el 12 de octubre de 1492, por Cristóbal Colón, bajo el auspicio de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. A partir de entonces España, con la espada al servicio de la cruz, se dedicaría a unir, a las diferentes etnias que poblaban una tierra de dimensiones gigantescas bajo; el pensamiento griego, la civilización romana, la lengua de Castilla y sobre todo, un mismo y único Dios. Porque la obra de España es obra del catolicismo, como afirmase el Cardenal Gomá y Tomás: “Aquí está el hecho, colosal. Al siglo de empezada la conquista, América era virtualmente cristiana. La Cruz señoreaba, con el pendón de Castilla, las vastísimas regiones que se extienden de Méjico a la Patagonia; cesaban los sacrificios humanos y las supersticiones horrendas; templos magníficos cobijaban bajo sus bóvedas a aquellos pueblos, antes bárbaros, y germinaban en nuevos y dilatados países las virtudes del Evangelio. Jesucristo había triplicado su reino en la tierra.” Y es que España, evangelizadora de medio mundo, ganó batallas con la espada, mas conquistó voluntades y salvó almas con la Cruz. Como lo expresa bellamente Lope de Vega: “Cortés soy, el que venciera / por tierra y por mar profundo / con esta espada otro mundo, / si otro mundo entonces viera. / Di a España triunfos y palmas / con felicísimas guerras / al rey infinitas tierras / y a Dios infinitas almas.
Ya que fue la España católica, la primera (y prácticamente la única) nación en el mundo en reconocer los derechos y la dignidad de los vencidos planteándose, con gran seriedad, el carácter moral de su conquista. De ahí que otorgase derechos a los conquistados, casi de manera inmediata, a través de leyes únicas en su tiempo que regían y vigilaban el comportamiento de sus propios conquistadores, castigando sus abusos severamente. En 1500, la gran reina Isabel la Católica decretó la prohibición de la esclavitud de los pobladores del territorio americano otorgándoles además, la condición de súbditos de la Corona. En 1503, se firma la Real Provisión a fin de controlar y gestionar todos los aspectos relacionados con los territorios americanos, incluyendo el novedoso sistema de encomiendas. La Ley de 1503, declaró los matrimonios mixtos (entre español e indígena) no solo legítimos sino recomendables. Las leyes de Burgos de 1512, fruto de un arduo trabajo de teólogos y juristas, regularon y protegieron la vida social, económica y laboral de la población indígena. Estas y otras leyes similares, promulgadas posteriormente, son consideradas por muchos como el origen de los derechos humanos.
Es importante destacar que el popular mito del noble salvaje que, promovido por la leyenda negra, afirma que los indios vivían pacíficamente y en armonía con la naturaleza, está muy lejos de ser verdad. Muchas tribus practicaban el infanticidio y varias otras tenían la costumbre de comerciar con sus hijos. Además, la principal actividad de varios pueblos (como el azteca y el inca) era la guerra, a través de la cual obtenían esclavos, muchos de los cuales eran sacrificados a sanguinarios dioses para luego ser devorados por los vencedores. Tal era la crueldad y el sadismo de los más importantes pueblos indígenas, que los conquistadores, hombres curtidos en cruentas batallas, quedaron horrorizados ante sus costumbres. Asimismo, varios pueblos indígenas se unieron a la conquista dirigida por los españoles, hartos de la tiranía y crueldad de los pueblos dominantes.
España dejó un territorio sumamente rico, próspero, justo y apacible. Hasta antes de los movimientos independentistas la población en Hispanoamérica gozaba de condiciones laborales y salarios al menos equivalentes a sus pares europeos. Además, la América española era mucho más desarrollada que la inglesa. Desafortunadamente, los enemigos de España y de la Iglesia llevan siglos promoviendo calumnias, sesgos y deformaciones históricas a través de una leyenda negra que, astutamente promovida, ha logrado que los hijos de España, de uno y otro lado del Atlántico, distorsionemos nuestras bellas gestas, despreciemos a nuestros grandes héroes y reneguemos de un pasado que debería enorgullecernos.
Aprovechemos este mes en el que celebramos la hispanidad, para conocer nuestra extraordinaria historia. Una historia escrita bajo el amoroso abrazo de la Cruz redentora que trajo libertad, dignidad y un renovado rostro a los pueblos que, alumbrados con la luz del evangelio, dieron origen a un Nuevo Mundo. No olvidemos nunca que la América española es hija de la España cristiana, de la España eterna de la que heredamos, parafraseando al poeta ecuatoriano Juan Montalvo: el pensar grande, el sentir animoso, el obrar a lo justo y de la que aprendimos, la lengua pero sobre todo, a adorar a Jesucristo. Pues, como afirmase el Cardenal Gomá y Tomás: “Nuestros hombres y nuestras gestas, nuestro arte y nuestras letras y cada una de nuestras tierras, han nacido bajo el amparo de la Santa Cruz y están embebidas en el pensamiento de Jesucristo, luz del mundo, que, lo decimos con orgullo, porque es patrimonio de nuestra raza y de nuestra historia, ha brillado sobre España y sus hijas, con matices y fulgores no vistas en otras tierras.”
¡Viva España! ¡Viva la América Española! ¡Viva la Hispanidad!